la pulga y la locomotora

Anónimos y cabreados

El dispositivo #15M

La forma en la que se ha llevado a acabo el desalojo de Madrid confirma que los ministerios y departamentos de Interior siguen una estrategia conjunta. En Catalunya llevan ya tiempo en esta dinámica de tolerancia cero. Hay antidisturbios en cualquier acción que huela a 15M, reparten palos, siguen e identifican a activistas, ejecutan los desahucios… Ahora, esa manera de hacer las cosas parece haberse contagiado como por arte de magia a Madrid. Bien, nosotros no creemos en la magia, al menos no en esta magia.

Estamos convencidos de que existen unidades policiales #15M, antidisturbios#15M, policía digital #15M, infiltrados #15M… TODO un dispositivo destinado a perseguir y criminalizar un movimiento que, no lo olvidemos, es pacífico, popular, democrático y participativo. Es materialmente imposible que se articulen a partir de la nada los despliegues que estamos viendo, en el Parlament el 20J, en Ciutadella y el Hospital del Mar el 21J, en el deshaucio de antesdeayer en el Clot, en el desalojo frente al Congreso hoy… Es evidente que, a instancias de los poderes políticos y financieros, se ha pactado la táctica de acoso y derribo que estamos presenciando estos días. La policía se ha organizado, las líneas rojas se han marcado a fuego, rodeando al movimiento y estrechando el cerco sobre él. Se le vigila cuando es masivo, se le ataca cuando es más débil, se le acalla SIEMPRE, como si se tratara de un grupo terrorista.

Dejando a un lado la total impunidad con la que actúan los Mossos, y ahora la Nacional, sin identificar y sin tener que responder ante nadie por sus acciones desproporcionadas, la realidad es que el presente dispositivo está perfectamente definido y tiene unos objetivos claros. En la sociedad del espectáculo debordiana en la que todavía vivimos, la repetición constante de imágenes de personas enfrentadas a la policía tiene un efecto inmediato sobre el subconsciente de la sociedad, que mayoritariamente aún piensa en la policía como garante de sus derechos, no como la pisoteadora de los mismos que en realidad está demostrando ser. El blackout informativo que se ha impuesto en los medios tradicionales constituye otro de los pilares de la estrategia. Se informa tarde y mal, y siempre predominan las versiones oficiales, que se están cuidando al máximo para comunicar la imagen deseada. Antisistema, antisistema, antisistema, antisistema… Repítanlo muchas veces y al final acabarán creyendo que son solo parias vandalizados.

Esto chirría. Alarma.

Por todo ello, no creemos en las manos tendidas de la clase política. Tenemos razones para la desconfianza, ahora más que nunca. Acordes a sus prácticas habituales, los políticos simulan escuchar al movimiento y le dan una palmadita en la espalda, mientras ocultan en la manga el cuchillo de decapitar ideas. ¡Hipócritas! El 15M estorba, acabaría con su chollo. Es prioritario quitárselo de en medio, antes de que su «subversivo» mensaje cuaje todavía más entre las clases populares, que son las que sostienen el país y las que, engañadas o defraudadas, al final acaban votando y «legitimándoles».

Pero no se den por satisfechos tan pronto. Hemos vivido las multitudinarias manifestaciones de Barcelona y Madrid en pleno mes de julio. El apoyo al #15M es más nutrido de lo que admiten oficialmente y sus ideales están bien presentes en la calle, que es una «institución» que no controlan ni controlarán nunca. Mientras la policía vigila al #15M, el pueblo vigila a las instituciones. Sabe leer entre líneas sus mentiras. Y cuanto más agranden la brecha que separa el poder de la realidad, más segura será su caída.

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